El pleno extraordinario del Ayuntamiento de Ronda, celebrado esta mañana, tuvo como objetivo debatir y aprobar importantes mejoras para la sanidad pública local. Sin embargo, la sesión se vio marcada por la tensión y la controversia debido a la negativa de la alcaldesa Mari Paz Fernández a escuchar las inquietudes del público presente.
Durante la sesión, que ha tenido lugar esta mañana, los concejales presentaron y discutieron diversas propuestas destinadas a mejorar la infraestructura sanitaria, aumentar el personal médico y reforzar los servicios de atención primaria en Ronda. Estas medidas, consideradas cruciales para el bienestar de los ciudadanos, generaron un intenso debate entre los miembros del pleno.
El momento crítico de la sesión llegó justo antes de proceder a la votación, cuando Paco Cañestro, uno de los concejales, sugirió a la alcaldesa que permitiera la intervención del público, dado que varias personas habían asistido a la sala para expresar sus preocupaciones. A pesar de la lógica de esta petición, la alcaldesa Mari Paz Fernández se negó rotundamente, mostrando una notable falta de sensibilidad hacia las necesidades y voces de los ciudadanos.
La negativa de la alcaldesa provocó un fuerte descontento entre los asistentes, que comenzaron a hablar en voz alta. En particular, un hombre (al que la alcaldesa parecía conocer ya que se dirigió a él como señor Robles), el cual lleva 15 meses en lista de espera por una cardiopatía, intentó hacer oír su voz en medio de la desesperación por su situación crítica de salud. A pesar de conocerlo, la alcaldesa no mostró empatía y, en lugar de permitir su intervención, llamó a la policía local para que interviniera.
El pleno continuó y se procedió a la votación de las propuestas. Todas las propuestas fueron rechazadas por el equipo de gobierno que votó en contra.
El incidente subraya una preocupante falta de comunicación y sensibilidad por parte de la alcaldesa Mari Paz Fernández hacia las voces de sus ciudadanos.
Este episodio pone en evidencia la necesidad de una mayor apertura y empatía por parte de las autoridades locales, especialmente en asuntos tan críticos como la sanidad pública. La negativa a escuchar al público no solo deteriora la confianza en los líderes municipales, sino que también impide el diálogo constructivo necesario para abordar y resolver las preocupaciones de la comunidad.